Misceláneas

Corriendo por Violet

Jamás me ha gustado hacer ejercicio, recuerdo que cuando estaba en el colegio yo era la única que estaba exonerada de la clase de educación física ya que tenía un problema crónico en uno de mis oídos y el médico le había recomendado a mi madre que evitara hacer cualquier tipo de ejercicio de impacto. Yo era la más feliz con esa recomendación, así que durante esa hora me relajaba leyendo algo interesante o colaborando con el periódico mural mientras el resto de mis compañeras sudaban la gota gorda.

Pero poco antes de casarme, como toda novia, quería lucir regia en las fotos y me inscribí en unas clases de “Bootcamp” que es un entrenamiento de alta intensidad al estilo militar norteamericano. La primera vez que asistí, apenas resistí 10 minutos y el día siguiente estuve tan contracturada que no pude ni abrocharme la blusa, me dolía todo, hasta el cabello! A partir de ese momento, inicié una rutina de ejercicios en bien de mi salud más que por estética ya que gracias a la genética de mi madre, siempre he sido una persona delgada a pesar de tener buen diente.

Sin embargo, después de dar a luz, y pasarme 2 meses en pijama, enfrascada en la rutina interminable de dar pecho, cambiar pañales, dormir siestas innecesarias, preparar la cena, y resolver pendientes caseros, me di cuenta de que aunque disfrutaba mucho esta maravillosa etapa, necesitaba hacer un alto y dedicar aunque sea una hora del día para mí.

Entonces cogí el teléfono y con voz de desgano y sueño al mismo tiempo, llamé a mi entrenadora personal y le pedí que me inscribiera en la clase de bootcamp que ella daba por las noches. Ella me sugirió que en vez de hacer ese entrenamiento, me uniera al grupo de mamás que iban a participar de un “5K”. Yo en mi ignorancia, le pregunté qué era eso, entonces ella mencionó la palabra “correr” y yo prácticamente me espante! le dije que lo pensaría y colgué.

Medité mucho la idea de correr y no terminaba de animarme, pero fue mi esposo quien finalmente me convenció al decirme que Violet merecía una mami que estuviera contenta consigo misma y dispuesta a afrontar cualquier reto u obstáculo.

Sabía que no sería nada fácil ejercitarme de esa manera, pero estaba dispuesta a intentarlo. Después de todo, no tenía nada que perder, sólo los 5 ó 7 “kilitos” extras que me habían quedado del embarazo, pero que no me robaban el sueño.

La primera noche que salí a correr en grupo, me sentí un poco nerviosa, no quería quedarme atrás y que el resto se diera cuenta de mi falta de físico, pero era inevitable, empecé a trotar un poco y cuando pasaron 3 minutos ya estaba con la lengua afuera, y miraba el reloj decepcionada de mi y de todo.

Las otras mamis a mi alrededor me decían que tuviera paciencia, que me tomaría tiempo construir la resistencia, pero que en poco tiempo llegaría a correr 30 minutos que es el tiempo promedio en una 5K.

What??? 30 minutos! No puede ser!!!!

Me sacudí rápidamente el polvo negativo que traía encima, y recordé que la carrera sería todavía en 10 semanas, tenía suficiente tiempo para construir la resistencia de la que tanto me hablaban, por lo que empecé a salir a correr interdiario mientras Violet caía rendida en “los brazos de Morfeo”.

Empezaba mis entrenamientos calentando 5 minutos y corriendo a ritmo lento por 10 minutos, luego me detenía y caminaba por 1 ó 2 minutos. Cada vez aumentaba los minutos y la velocidad hasta sentirme verdaderamente incómoda. Habían noches en que sentía que mis piernas querían continuar, pero mis pulmones me jugaban una mala pasada y entonces me faltaba la respiración, pero lo que me aniquilaba era el dolor abdominal (en el área del bazo) que surge cuando a veces haces ejercicio y que suele empeorar si lo ignoras.

Con el pasar de los días, me di cuenta de que correr ofrecía grandes beneficios y yo era testigo fiel de eso. Ya no me sentía tan cansada ni abrumada por la falta de sueño, tenía más energía de lo normal para atender a mi hija y organizar mi casa, pero lo más impresionante fue que me sentía relajada frente a las dificultades o problemitas que nunca faltan. Al parecer, mi nivel de estrés había disminuido notablemente y eso me permitía llevar una vida más feliz y positiva.

Finalmente, el día tan esperado llegó, para ser exacta fue un 8 de Diciembre cuando elegí correr 5 kilómetros sin parar! Sabía que tenía la opción de caminar si me cansaba, pero juré que no lo haría.

Llegué al parque donde me encontraría con mi grupo y otros participantes de la carrera, y como por arte de magia, me cargué de una linda energía que se complementaba con el espíritu navideño que usualmente caracteriza al mes de Diciembre. Coloqué el número que me asignaron en mi camiseta roja, escuché el pitazo y empecé a correr la maratón de forma lenta pero segura de lo que hacía.

Cuando estaba terminando el primer kilómetro, encontré a una ex-compañera de trabajo, la saludé y empezamos a conversar, pero a los pocos minutos tuve que dejar de hacerlo porque estaba inhalando mucho aire y el bendito dolor abdominal estaba apareciendo. Me asusté, y pensé que era el fin de este gran reto que me había trazado. De pronto, la carita de mi hija se me vino a la mente, y entonces alcé los brazos tratando de hacer una especie de estiramiento, respiré profundo una y otra vez y seguí mi camino.

Cada vez que pensaba que iba a detenerme imaginaba a Violet diciéndome: “Mami, aguanta sólo 5 minutos más.” Cuando vi el letrero que decía que ya estaba en la mitad del recorrido, casi se me sale el corazón. Seguí corriendo como si no hubiese mañana, y finalmente vi a mi familia al otro lado del parque, y ese fue el último empujón que necesite para cruzar la línea de meta.

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Cuando anunciaron ni nombre, confirmé que aunque no soy súper aficionada al deporte, soy capaz de hacer todo aquello que me proponga si tengo la motivación correcta, esa motivación actualmente mide 74 centímetros y trae pañal incluido ¿que más puedo pedir? <3

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Soy Angela, tengo 33 años, una hija llamada Violet, y un esposo Hindú. Soy periodista de profesión, y después de vivir casi la mitad de mi vida en los Estados Unidos, regresé a Perú donde actualmente soy dueña de una franquicia que enseña Inglés a bebés y niños. “My Life is Violet” es mi rinconcito en la blogosfera donde puedo desahogar algunas penas y miedos típicos de la maternidad, y también contar mis anécdotas y secretos como mami de estreno. ~ Sigue nuestro blog: www.mylifeisviolet.com/

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